domingo, 18 de octubre de 2009

Qué experiencias lectoras ha tenido? Recuerde que significa Experiencia para Jorge Larrosa. Elabore una crónica. (Hay que buscar qué es un crónica)


“KoKoriKo”

Ese jueves de febrero esperábamos a la profesora de español a que llegara al salón para dictarnos la clase, todos estábamos de pie hablando en diferentes puntos de aquel cuarto frio con ventanales grandes y ladrillos por todas sus paredes. Yo estaba leyendo los apuntes de ciencias que el profesor nos había hecho copiar del tablero el día anterior para el examen que nos haría tomar esa misma tarde, muchos de mis compañeros estaban leyendo el libro que justamente la profesora había pedido para empezar con nuestro trabajo de literatura, como raro se me había olvidado y no la había comprado, su nombre era el Viejo y el Mar de Ernest Miller Hemingway, un novelista estadounidense, que parecía más un navegante europeo por la barba con la que salía en la fotografía de la portada que un escritor. Muchos de mis compañeros solo tenían el libro abierto esperando que la profesora hiciera su aparición magistral para así mostrarle que ellos lo habían comprado, como si eso fuera a ayudarles a pasar la materia. Bastaron tres llamados de atención para que todos nos sentáramos y le pusiéramos atención a la belleza de maestra que teníamos, la misma a la que yo había inventado que estaba enamorada del profesor de educación física, “Pachito” como le decíamos de cariño, ya que él siempre molestaba a Gladis Ángela, los dos siempre se iban en el mismo carro al salir de la escuela y a veces llegan juntos recién bañaditos, a lo que dos compañeros siempre decían que olían a jabón chiquito, cosa que les causaba mucha risa, y que a su veces yo nunca entendía.

El sapo de Gutiérrez comenzó a leer el libro empezando por la vida del autor, luego siguió hasta la página diez y ocho del libro, prácticamente se demoró toda la hora de clase leyendo esas insignificantes veinte y cinco hojas, seis del autor y el resto del libro, no sé si la profesora no se había dado cuenta que él era tartamudo, o de pronto lo había dejado leer porque sentía pesar de él, para cuando termino medio salón estaba dormido, los que estábamos despiertos estábamos jugando en el pupitre, vendiendo ponqués, o simplemente dibujando tribales en la parte de atrás del cuaderno, en mi caso y gracias a que Guzmán se había quedado dormido había tomado prestado su libro y había seguido la lectura, lógicamente había tenido más suerte que el sapo de Gutiérrez y había avanzado más que él en la hora de clase, había llegado hasta la página cincuenta, y había quedado fascinado por la historia que había leído. Como no había comprado el libro y como Guzmán no lo iba a leer pués hice el mejor trato de mi vida, cambie mis onces por el libro más la promesa de responderle el examen al cuatro ojos de mi compañero cuando “KoKoriKo”, como le decíamos a Gladis Ángela de cariño, por aquello de que no tenía presa mala, hiciera el examen.

Llegue a mi casa luego de la escuela, mire televisión, estaba estresado por que en el examen de ciencias la copia no me había servido de nada y no sabía si iba a aprobar la prueba, comí algo, jugué con el Nintendo de entonces, hasta que escuche a mi mamá regañarme por no haber lavado la loza del almuerzo, con lo que me paré rápido y saqué lo primero que vi en la maleta, o bueno para ser sincero fue lo segundo, porque lo primero había sido el libro de ciencias, el cual no quería ni ver, fue el libro del Viejo y el Mar el ganador, sin darme cuenta comencé de nuevo, la única distracción fue mi mamá en el cuarto dándome un beso por verme leer, más un cumplido porque tenía el televisor apagado y el Nintendo desconectado, gracias a Dios mi mamá no conocía la opción de video del Tv el cual lo dejaba en negro absoluto y el “pause” en el Nintendo, yo no iba dejar de jugar solo por un par de gritos.

Creó que leí hasta las once de la noche, me había devorado el libro y me había gustado tanto que al siguiente día había tenido la necesidad de compartir con mis compañeros mis impresiones del libro, muchos coincidían conmigo en decir que era bueno y que era increíble la historia, pero más allá de eso yo sentía que había algo más, sentía como si hubiera algo nuevo dentro de mí, que me hacia diferente al muchacho del día anterior, en fin, así quedó todo para ese entonces, pasé el examen y lógicamente Guzmán también.

Esa sensación que produjo en mí el haber leído ese libro me llevo a leer nuevos libros, leí un par cada varios meses, y siempre me pasaba algo diferente, o me dormía leyéndolos o en verdad me afectaban positivamente. Creo que los que más atraparon mi atención fueron los libros de Gabo, Cien años de soledad había sido espectacular , lo mismo que crónica de una muerte anunciada, en este me había impresionado como todos sabían de la muerte de Santiago y nadie había hecho nada, que muerte tan trágica. El amor en los tiempos del cólera fue otro de los grandes, esa novela si me había llegado hasta los huesos, me sentía identificado con Florentino, me había hecho sentir cosas indescriptibles, ese libro había levantado mi lado poético en general Gabo y su obra, este libro me produjo la sensación de no haberlo leído, más bien había sentido como si le hubiera escuchado y hubiera adquirido la experiencia de este sujeto a través de su vida, hasta el momento ha sido el libro que más me ha gustado, aunque no puedo dejar de lado los cuentos de Cortazar, o un libro muy interesante como el de Rosario Tijeras, lo que me hace recordar cuando mi papá lo estaba leyendo mientras yo jugaba Nintendo, mi papá había ido a atender un llamada telefónica y yo había parado para tomar un descando, de repente y como ya mi afición por las letras estaba en alza, decidí tomar el libro y ojearlo, “el parcero”, como le decía a librando, jajaja me rio, es Hildebrando, los papás siempre tendrán apodos por parte de los hijos, cuando lo tomé leí: “Yo de metida y de güevona me puse a defender a Deisy y vos no te imaginás la que se armó. Johnefe sacó la mano y me pegó, me dijo: «Gonorrea hijueputa, yo no sé para qué las trajimos si lo único que hacen es estorbar», y claro, a Ferney no le gustó que me hubieran puesto la mano y sacó un fierro y se lo puso a Johnefe en la boca y le dijo: «¡A tu hermana la respetás, malparido, lo que es con ella es conmigo, a tu hermana la respetás!”. Luego de leer esas líneas de Rosario Tijeras, me entró las ganas de leerlo completo, y lo hice, tanto que no valió Nintendo ni regaños de librando porque no encontraba el libro, sabía que no me lo iba a dejar leer, él tenía la mañana de leer los libros dos veces seguidas y yo no lo iba a esperar dos semanas, así que se lo había cogido, pero no contaba con su astucia, más me había demorado en cogerle ese libro para cuando él estaba leyendo No nacimos pa’ semilla libro con el cual me pasó lo mismo que con el de Rosario, dos libros con los cuales había empezado a hablar diferente y hasta a pesar diferente.

Pasaron los años y luego de casarme con una paisa, sin saber porqué paisa, me dediqué al periodismo y la escritura, me fui a vivir a Medellín y desde allí me volví un crítico profundo de la situación socio-política de la región; los libros mencionados más otros que vinieron detrás como sin Senos no hay Paraíso, el Cartel, y toda la biografía de los narcos de la región hicieron en de mi un crítico político en el periódico del narcotráfico.

Hoy día mi papá vine a visitarme muy seguido con mi mamá, y siempre tiene algún libro que me dan ganas de robarle, siempre tenemos nuestros conversaciones políticas y nuestros asados domingueros, a los que invito a algunos amigos, incluyendo viejos compañeros del colegio, como Guzmán, tenemos tertulias literarias en las que contamos, exponemos y compartimos interesantes opiniones de los nuevos libros en el mercado, hablamos, nos reímos y arreglamos el país tomándonos unos amarillitos, como le dirían los cachacos al whisky.

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