
De las bibliotecas se puede decir que las hay de todo tamaño, forma, color, olor y sabor, las encontramos en nuestras casas y en las grandes ciudades de muchas formas.

Están las bibliotecas en madera vieja con pequeños rastros de uso en sus bordes, gabinetes descoloridos y peladuras por los golpes a través de los años de uso, estas bibliotecas están abarrotadas con libros de toda tipo, libros de cocina, de literatura, enciclopedias, diccionarios, libros escolares, revistas y hasta papeles inservibles, además de estar bien dotada con los accesorios necesarios que le permiten a las personas trabajar mejor como la cocedora, el abre huecos, el pisa papel y una que otra regla en juego con los colores y lápices que siempre están a la orden de cualquier biblioteca casera.
La computadora hace parte de este tipo de biblioteca junto a la impresora y otras cosas más que ha promovido el desarrollo tecnológico durante su historia como el teléfono y la contestadora automática; además de estos tintes y características la biblioteca de casa está acompañada por uno que otro vaso de cocina y porque no un plato de comida con rastros de lo que alguna vez existió allí, y no muy lejos de donde pueda descansar el plato de comida frecuentemente vemos la radio con su música que da ambiente al espacio, sirviendo de comedor y amigo de batallas que resguarda la espalda mientras se está trabajando, leyendo o navegando en la internet.
De las grandes bibliotecas se puede decir que están abarrotadas de gente, transeúntes que van y vienen, los cuales no tienen la dicha de comer encima de sus escritorios por respeto a los demás y a la misma biblioteca. Se caracterizan por ser calladas, con libros por doquier y con la constante de tener un centenar de personas mirando libros sin descanso y sin una mayor distracción, las bibliotecas grandes son frías y huelen como el armario de cualquier pareja de la tercera edad, ¿será por la historia que guarda que su olor es característico?, hay mesas por todas partes en donde estudiar y suficientemente campo para albergar el material de estudio que se escoja para la ocasión, nos pueden acompañar revistas, periódicos, literatura, diccionarios, libros filosóficos, económicos o simplemente cualquiera rama especializada que se pretenda consultar, todos tienen un espacio sin distinción y sin discriminación en una mesa. La constante de estas bibliotecas es su cumulo de cerebros, es interesante ver que hay muchas personas que pueden estar concentradas en un mismo lugar pensando y haciendo mil cosas diferentes y con la casualidad de no haber ninguna casualidad entre ellas más que el pensar y estar allí, hasta las mismas personas que trabajan en estos magnánimos lugares parecen que estuvieran en pleno dialogo con los libros, a simple vista los empleados del lugar sea cual sea su labor desde estar limpiando un piso o atendiendo el kiosco de los tintos, dan la impresión de tener letra en sus espaldas subiéndoles hasta la cabeza y alimentándolos de información a medida que entran a las salas especializadas de recinto, es impresionante cómo este lugar que en la noche puede llegar a ser tan macabro concentra tanta información de la vida y la humanidad, es prácticamente nuestra biblia, Corán, talmud o cómo se le quiera llamar solo que está dividido en salas abarrotadas de libros, periódicos y revistas.
Allí, impedientemente de donde nos encontremos, si es grande o pequeña, si huele ha guardado o a nuevo, o si tiene su grabadora porta comida o no, estamos los amantes de los libros, los que no discriminamos las bibliotecas por su tamaño, o por su olor. Hay quienes simplemente leen revistas y chismes de farándula mexica, o solo los que leen la sección del periódico del domingo, ósea leen cada ocho días, ósea son los denominados lectores domingueros, los hay como los que leen cuando están comiendo, no sé cuanto podrán entender porque la acción de masticar, pasar y pensar al tiempo es rara y complicada, aunque si lo hacen es porque se puede. Están los que comenzamos un libro un mes atrás y un mes luego estamos en la primera página, esto posiblemente por el análisis riguroso que hacemos de nuestras lectura y las interminables ojeadas al que le sometemos, pero en general y luego de un mes de riguroso estudio de la portada, contraportada, imágenes, letra y número de hojas lo empezamos y terminamos. Hay lectores que son lectores que no leen, ósea solo cogen el libro lo abren y dejan que su mente los eleve hasta el punto que las palabras y la información entra por ósmosis dándoles el conocimiento que necesitaban, los hay también interactivos y facilistas o debería decir amigos de la internet los cuales solo leen pequeños fragmentos que están colgados en la red y pequeños puntos de vista de otras personas las cuales las hacen propias y por las cuales se hacen matar, total siempre pasan la materia sin despeinarse y con la seguridad de saber de que se trata el libro. Los hay literarios quienes no doblan una hoja de su libro por respetarle y quienes en vez de comida se alimentan con tildes, comas y puntos suspensivos, para luego rematar con postres de comillas y corchetes, los mismos que son glotones y no pueden terminar un libro para empezar antes de acabarle otro, engordando así su léxico y haciendo de su cerebro una masa educada que nunca se pondrá a dieta. Están desde luego la antítesis a los glotones literarios, los que nunca se engordan, los que no prueban un poco del análisis de los demás colgados en la internet, estos son los que mantienen el cerebro tal y como llego al mundo, y lo mejor es que se esfuerzan para mantenerlo delgado y sin ningún tipo de marca extraña capaz de cambiar su estima y forma de ver el mundo, para finalizar podemos identificar el lector cisterna el cual solo lee cuando tiene necesidades fisiológicas, lo que hace pensar que la lectura es un medio para regular la digestión en momentos en el que la música ya no ayuda y el plato está desocupado sobre la grabadora al lado de la pantalla de la computadora la cual marca la página principal de Google.
La biblioteca tiene la facultad de atraer todo tipo de personas, todas siempre buscan encontrar algo allí, no importa que sea solo las indicaciones de cómo llegar a los baños del lugar o simplemente sentarse a escuchar música y a degustar unos deliciosos garbanzos con arroz, siempre hay alguien que quiere algo y la biblioteca se lo da, bien sea paz, conocimiento o el mismo entretenimiento.

Están las bibliotecas en madera vieja con pequeños rastros de uso en sus bordes, gabinetes descoloridos y peladuras por los golpes a través de los años de uso, estas bibliotecas están abarrotadas con libros de toda tipo, libros de cocina, de literatura, enciclopedias, diccionarios, libros escolares, revistas y hasta papeles inservibles, además de estar bien dotada con los accesorios necesarios que le permiten a las personas trabajar mejor como la cocedora, el abre huecos, el pisa papel y una que otra regla en juego con los colores y lápices que siempre están a la orden de cualquier biblioteca casera.
La computadora hace parte de este tipo de biblioteca junto a la impresora y otras cosas más que ha promovido el desarrollo tecnológico durante su historia como el teléfono y la contestadora automática; además de estos tintes y características la biblioteca de casa está acompañada por uno que otro vaso de cocina y porque no un plato de comida con rastros de lo que alguna vez existió allí, y no muy lejos de donde pueda descansar el plato de comida frecuentemente vemos la radio con su música que da ambiente al espacio, sirviendo de comedor y amigo de batallas que resguarda la espalda mientras se está trabajando, leyendo o navegando en la internet.
De las grandes bibliotecas se puede decir que están abarrotadas de gente, transeúntes que van y vienen, los cuales no tienen la dicha de comer encima de sus escritorios por respeto a los demás y a la misma biblioteca. Se caracterizan por ser calladas, con libros por doquier y con la constante de tener un centenar de personas mirando libros sin descanso y sin una mayor distracción, las bibliotecas grandes son frías y huelen como el armario de cualquier pareja de la tercera edad, ¿será por la historia que guarda que su olor es característico?, hay mesas por todas partes en donde estudiar y suficientemente campo para albergar el material de estudio que se escoja para la ocasión, nos pueden acompañar revistas, periódicos, literatura, diccionarios, libros filosóficos, económicos o simplemente cualquiera rama especializada que se pretenda consultar, todos tienen un espacio sin distinción y sin discriminación en una mesa. La constante de estas bibliotecas es su cumulo de cerebros, es interesante ver que hay muchas personas que pueden estar concentradas en un mismo lugar pensando y haciendo mil cosas diferentes y con la casualidad de no haber ninguna casualidad entre ellas más que el pensar y estar allí, hasta las mismas personas que trabajan en estos magnánimos lugares parecen que estuvieran en pleno dialogo con los libros, a simple vista los empleados del lugar sea cual sea su labor desde estar limpiando un piso o atendiendo el kiosco de los tintos, dan la impresión de tener letra en sus espaldas subiéndoles hasta la cabeza y alimentándolos de información a medida que entran a las salas especializadas de recinto, es impresionante cómo este lugar que en la noche puede llegar a ser tan macabro concentra tanta información de la vida y la humanidad, es prácticamente nuestra biblia, Corán, talmud o cómo se le quiera llamar solo que está dividido en salas abarrotadas de libros, periódicos y revistas.
Allí, impedientemente de donde nos encontremos, si es grande o pequeña, si huele ha guardado o a nuevo, o si tiene su grabadora porta comida o no, estamos los amantes de los libros, los que no discriminamos las bibliotecas por su tamaño, o por su olor. Hay quienes simplemente leen revistas y chismes de farándula mexica, o solo los que leen la sección del periódico del domingo, ósea leen cada ocho días, ósea son los denominados lectores domingueros, los hay como los que leen cuando están comiendo, no sé cuanto podrán entender porque la acción de masticar, pasar y pensar al tiempo es rara y complicada, aunque si lo hacen es porque se puede. Están los que comenzamos un libro un mes atrás y un mes luego estamos en la primera página, esto posiblemente por el análisis riguroso que hacemos de nuestras lectura y las interminables ojeadas al que le sometemos, pero en general y luego de un mes de riguroso estudio de la portada, contraportada, imágenes, letra y número de hojas lo empezamos y terminamos. Hay lectores que son lectores que no leen, ósea solo cogen el libro lo abren y dejan que su mente los eleve hasta el punto que las palabras y la información entra por ósmosis dándoles el conocimiento que necesitaban, los hay también interactivos y facilistas o debería decir amigos de la internet los cuales solo leen pequeños fragmentos que están colgados en la red y pequeños puntos de vista de otras personas las cuales las hacen propias y por las cuales se hacen matar, total siempre pasan la materia sin despeinarse y con la seguridad de saber de que se trata el libro. Los hay literarios quienes no doblan una hoja de su libro por respetarle y quienes en vez de comida se alimentan con tildes, comas y puntos suspensivos, para luego rematar con postres de comillas y corchetes, los mismos que son glotones y no pueden terminar un libro para empezar antes de acabarle otro, engordando así su léxico y haciendo de su cerebro una masa educada que nunca se pondrá a dieta. Están desde luego la antítesis a los glotones literarios, los que nunca se engordan, los que no prueban un poco del análisis de los demás colgados en la internet, estos son los que mantienen el cerebro tal y como llego al mundo, y lo mejor es que se esfuerzan para mantenerlo delgado y sin ningún tipo de marca extraña capaz de cambiar su estima y forma de ver el mundo, para finalizar podemos identificar el lector cisterna el cual solo lee cuando tiene necesidades fisiológicas, lo que hace pensar que la lectura es un medio para regular la digestión en momentos en el que la música ya no ayuda y el plato está desocupado sobre la grabadora al lado de la pantalla de la computadora la cual marca la página principal de Google.
La biblioteca tiene la facultad de atraer todo tipo de personas, todas siempre buscan encontrar algo allí, no importa que sea solo las indicaciones de cómo llegar a los baños del lugar o simplemente sentarse a escuchar música y a degustar unos deliciosos garbanzos con arroz, siempre hay alguien que quiere algo y la biblioteca se lo da, bien sea paz, conocimiento o el mismo entretenimiento.
Quien no ha visto algo de todo esto...me encanto!!!
ResponderEliminarEs muy largo y el único comentario que hay o es falso, es pagado, o es del mismo creador.
ResponderEliminarY quien va a escribir todo eso?, JAJAJAJA tan locos
ResponderEliminarsi meparece bien lo que le falta son descrivir los colores para darle mas amplitud ala conversacion
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